Featured Faculty
Polk Bros. Chair in Retailing; Professor of Marketing; Director Kellogg-McCormick MBAi
Yifan Wu
Casi 26 millones de personas carecen de puntuación crediticia en Estados Unidos. A nivel mundial, más de mil millones están "sin bancarizar". Cuando carecen de historial crediticio, las personas caen en un círculo vicioso a la hora de pedir un préstamo a corto plazo u otro tipo de ayuda financiera: solicitan un crédito, pero la entidad emisora, como no dispone de una medida estándar para evaluar su solvencia crediticia, las rechaza.
"La marginación no es accidental", afirma Eric Anderson, profesor de Marketing de la Kellogg School of Management. "Si visualizamos el sistema como un gran embudo, vemos que este no atrae a los clientes que no están bancarizados. Pero, cuando por casualidad llegan a entrar en él, se los expulsa por carecer de puntuación crediticia".
Pero ¿y si las entidades financieras pudieran usar otras medidas más creativas para predecir quién devolverá sus préstamos? Podrían captar nuevos clientes y a la vez facilitar el acceso al crédito. Esta posibilidad ha llevado a empresas, académicos y responsables políticos a preguntarse si ciertos comportamientos que no están directamente relacionados con los ingresos o el historial crediticio —como, por ejemplo, la manera en que alguien compra sus comestibles— pudieran ser indicativos de hábitos responsables de devolución de préstamos.
Esta es la idea que investigaron en un nuevo estudio Anderson y sus colegas Jung Youn Lee, de la Universidad Rice, y Joonhyuk Yang, de la Universidad de Notre Dame. El equipo superpuso los datos de unas tiendas de comestibles a los de una emisora de tarjetas de crédito para revelar la relación que existe entre los hábitos de compra y de pago de los consumidores.
En concreto, en el estudio investigaron si los "buenos" o "malos" comportamientos de compra en el supermercado se correlacionaban con distintos niveles de higiene financiera. Los investigadores postularon que una persona que actúa de manera disciplinada —que hace la compra a horas previsibles, se ajusta a un presupuesto y aprovecha las rebajas— también podría ser constante y puntual en el pago de su tarjeta de crédito.
El instinto de los investigadores se reveló acertado.
"Resultó que casi todo lo que se nos ocurrió funcionó hasta cierto punto", dice Anderson. "Detectamos un montón de diminutas señales que dan solo destellos de información sobre la solvencia crediticia de una persona, pero que, al combinarlas todas, la señal que se obtiene es muy potente".
Los datos mostraron que las personas con comportamientos estables de compra en el supermercado tendían a pagar puntualmente sus tarjetas de crédito. Estos clientes eran más propensos que otros a comprar a horas y días normales de la semana, y a repetir compras, gastar aproximadamente la misma cantidad cada vez y aprovechar en todo lo posible las promociones.
Por el contrario, las personas que incurrían en cesación de pagos se comportaban de forma errática en la tienda, iban a horas imprevisibles y en busca de una mayor diversidad de marcas y artículos.
Incluso después de descontar el efecto de la calificación crediticia, los ingresos y otros factores sociodemográficos, se mantuvo la correlación entre el riesgo crediticio y los hábitos de compra en el supermercado.
Un aspecto curioso de los resultados fue que no era solo su manera de hacer la compra, sino los artículos que los consumidores compraban lo que se correlacionaba con su puntualidad en la devolución de préstamos. La compra de cigarrillos era la mayor señal de peligro de cesación de pagos, que se definió como dos impagos consecutivos de la cuenta de tarjeta de crédito. La compra de alimentos preelaborados, como la mortadela, así como de bebidas energéticas y pescado en conserva también delataban a los incumplidores.
Por otra parte, el indicador principal y más fiable de que un acreditado no dejaría de pagar su deuda fue que gastara mucho en aliños para ensaladas a base de vinagre. "Rebasan la media del interés por mantenerse sanos", dice Anderson.
Los investigadores descubrieron que los pagadores fiables compraban más ingredientes básicos, como leche, harina y frijoles: elementos fundamentales de las comidas caseras, que exigen trabajo y tiempo de preparación. También llenaban sus carritos de pan seco, frutas y hortalizas frescas, y refrigerios de importación.
Entre los dos extremos de la escala de solvencia están los "pagadores descuidados", que son capaces de saltarse un pago de vez en cuando y al mes siguiente volver a la normalidad. Se destacan por comprar pasta, carne y salchichas listas para el consumo en el mostrador de charcutería.
La capacidad predictiva de esta información parece ser similar a la de la puntuación de solvencia convencional, lo que la haría particularmente útil para las entidades crediticias cuando la persona carece de esa calificación.
Cuando los investigadores modelizaron el valor de los datos de la compra para determinar la solvencia de los solicitantes de tarjetas de crédito sin puntuación crediticia, descubrieron que estos datos detectaban a los insolventes de manera eficaz, lo que se traducía en un aumento del 1,46 % de ganancias por persona. Sin embargo, en el caso de los solicitantes con puntuación crediticia, los beneficios adicionales de añadir esos datos eran mucho menores.
Los investigadores también modelizaron el valor de los datos para predecir impagos una vez emitida la tarjeta. Descubrieron que, en el caso de los nuevos clientes sin puntuación crediticia, los datos de la tienda de comestibles ayudaban a predecir cuándo el impago de una cuota mensual se convertiría en una cesación de pagos. Sin embargo, la utilidad de los datos disminuía con el tiempo, a medida que el consumidor empezaba a acumular una puntuación crediticia y un historial de pagos mensuales.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores adoptaron la óptica de una entidad crediticia que evalúa a los solicitantes de tarjetas de crédito.
Obtuvieron acceso a flujos de datos de un conglomerado multinacional asiático que poseía, además de supermercados, una entidad emisora de tarjetas de crédito. La información de los supermercados procedía de los escáneres de las cajas registradoras de los establecimientos situados en el país sede de la corporación. La información de la emisora comprendía datos sociodemográficos, puntuaciones crediticias, e información sobre gastos e historiales de pago. Y, algo de crítica importancia: los investigadores pudieron cotejar los datos de la tarjeta de crédito de los consumidores con los de su tarjeta de fidelidad al supermercado.
"Fuimos capaces de casar las dos cosas, conectar los puntos y seleccionar a los clientes que figuraban tanto en los datos del supermercado como en los de crédito", dice Anderson.
Anderson y sus colegas dividieron entonces sus muestras de datos en dos periodos de quince meses distintos y analizaron los datos de los supermercados del primer periodo para ver si servían para pronosticar los datos de las tarjetas de crédito del segundo. Excluyeron del estudio a los consumidores que, durante el primer periodo, o habían comprado menos de cinco veces o habían cesado de pagar su tarjeta de crédito. Así se aseguraron de disponer de datos suficientes para caracterizar los hábitos de compra de los consumidores. Esto también les permitió eliminar los comportamientos de compra que pudieran ser una respuesta directa al tipo de crisis financiera que provocaría una cesación de pagos.
Esto arrojó una muestra final de 30 089 consumidores, de los cuales el 81 % nunca entró en mora en el segundo periodo, mientras que el 12 % fueron pagadores descuidados y el 7 % incurrió en cesación de pagos. No se disponía de puntuaciones crediticias para el 49,7 % de la muestra final.
Anderson y sus coautores aplicaron un conocido modelo de aprendizaje automático, XGBoost, para explorar la relación entre los comportamientos de compra en el supermercado y otros comportamientos financieros. Crearon una serie de algoritmos para calificar la solvencia crediticia de los consumidores.
Los investigadores pagaron a consumidores independientes encontrados a través de Amazon Mechanical Turk para que calificaran los comestibles de las tiendas en función de su salubridad y su facilidad de preparación.
¿Qué significan estas conclusiones para las entidades de crédito?
Según Anderson, lo novedoso es que los hábitos de un ámbito se estén reproduciendo en otro ámbito. "No somos los primeros en señalarlo, pero esta es una aplicación interesante de la hipótesis, en la que vemos que lo que un profano calificaría de buenos comportamientos de compra también se traducen en buenos comportamientos financieros y de pago de la tarjeta de crédito".
En última instancia, afirma, este tipo de información puede ayudar a las entidades crediticias a distinguir entre clientes de bajo y alto riesgo. Y a medida que la recopilación de datos y la inteligencia artificial mejoren, surgirán nuevas posibilidades de conectar los puntos entre conjuntos de información que antes estaban segregados.
"Ese es el mundo hacia el cual nos dirigimos, en el que nuestros datos se extenderán de manera transversal por muchos ámbitos distintos y se utilizarán de formas que quizá no habíamos previsto", afirma Anderson.
Este tipo de señales también puede servir de alerta a las entidades crediticias de un aumento del riesgo de impago, para que intenten intervenir de manera preventiva. "Una entidad crediticia podría decir: ‘Ojo, estamos viendo una bandera roja' y ponerse en contacto con un cliente que tiene un saldo pendiente de pago", dice Anderson. "Cuanto antes pueda intervenir el prestador, mejor será para ambas partes".
Para muchos clientes, sin embargo, puede resultar incómoda la idea de que las decisiones que toma al llenar el carrito de la compra puedan repercutir en otros aspectos de su vida de un modo que ni comprende ni consiente. "Si nos preguntamos por qué se está debatiendo hoy en día la regulación de la confidencialidad de los datos, es precisamente por temas como los que abordamos en este estudio", afirma Anderson.
Aun así, Anderson sigue siendo optimista acerca de los beneficios que estas técnicas pueden reportar también a los consumidores. Porque el statu quo para quienes carecen de crédito —el limitado acceso a recursos en caso de emergencia y la dependencia de alternativas costosas, como los prestamistas usureros que cobran intereses desproporcionados— tampoco es ideal.
"Existe un problema de falta de bancarización en todo el mundo", afirma Anderson. "¿Qué hacer cuando se necesita un préstamo a corto plazo o algún otro tipo de ayuda financiera pero no se puede conseguir? Las revelaciones de nuestro estudio ofrecen otro medio para alcanzar ese fin".
Elsa Wenzel has covered business, technology, and sustainability for GreenBiz, PCWorld, CNET, the Associated Press, and Mother Jones. She holds an MS from the Medill School of Journalism at Northwestern and a BA from the University of Iowa.
Lee, Jung Youn, Joonhyuk Yang, and Eric Anderson. Forthcoming. “Using Grocery Data for Credit Decisions.” Management Science.