Innovation sept 3, 2020
¿Podría una ciudad pequeña convertirse en el próximo Silicon Valley? Es poco probable.
Según una nueva investigación, es preciso rebasar un punto de inflexión demográfico para mantener un sector tecnológico en auge.
Michael Meier
"Convertirse en el próximo Silicon Valley". Tantas ciudades se han fijado este objetivo, que se ha convertido en un cliché.
Muchos responsables de formular políticas quieren emular el éxito económico del Área de la Bahía de San Francisco atrayendo a los trabajadores tecnológicos a sus ciudades, incluso cuando son relativamente pequeñas. No obstante, un nuevo estudio realizado por Hyejin Youn, profesora asistente de Gestión y Organizaciones en la Kellogg School of Management, y sus colegas parece indicar que en las áreas urbanas pequeñas no se puede simplemente canalizar algo de dinero hacia el sector y pretender que prospere.
Los investigadores dicen que las ciudades en crecimiento suelen seguir un mismo camino: pasan de las actividades que dependen principalmente del trabajo manual a las que dependen del trabajo cognitivo. En un estudio de zonas urbanas de EE. UU., el equipo constató que el punto de inflexión suele producirse cuando el número de habitantes se aproxima a los 1,2 millones. Las ciudades por debajo de ese umbral tal vez no puedan crear una fuerte industria tecnológica por carecer de personal suficiente en otros sectores —desde el transporte público hasta los servicios de lavandería— para apoyar a los ingenieros de software, dice Youn.
"Para ser el próximo Silicon Valley, se necesita cierto número de habitantes", dice. "Todo el sistema urbano tiene que crecer junto".
A medida que los trabajadores se acostumbren a trabajar a distancia durante la crisis de la COVID-19, es posible que los sectores que se prestan a ese tipo de trabajo, como el tecnológico, dejen de estar tan atados a una ciudad en particular. Ese cambio podría alterar los patrones universales de crecimiento urbano que observó el equipo de Youn. Pero ella sospecha que la innovación no se puede desconectar totalmente de los lugares físicos, porque las nuevas ideas a menudo surgen y se perfeccionan a través de la interacción en persona. Como las nuevas ideas, por definición, carecen de un vocabulario bien definido, normalmente precisan de un cierto grado de comunicación no verbal que no es fácil de replicar en una reunión por Zoom.
En sus primeras etapas, dice, el trabajo de punta "no se puede realizar a distancia. No tenemos aún una tecnología lo suficientemente avanzada como para compartir la idea eficientemente".
La ciudad como organismo
Solemos pensar que cada ciudad tiene una personalidad única. Chicago, por ejemplo, se nos hace muy distinta a San Francisco. Pero Youn señala que las zonas urbanas tienen múltiples características en común: un centro de la ciudad, un sistema de transporte público, una conexión ferroviaria con el aeropuerto, un nivel similar de servicios tales como tiendas de comestibles, panaderías, etc.
"Son numerosos los puntos que tienen en común", dice Youn.
Así que Youn y sus colegas se propusieron estudiar esos puntos. Youn colaboró con Inho Hong y Iyad Rahwan, del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, Morgan R. Frank, de la Universidad de Pittsburgh, y Woo-Sung Jung, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pohang.
"Tratamos de centrarnos en las semejanzas entre los sistemas urbanos en lugar de la singularidad de cada ciudad", dice. El enfoque del equipo es similar al de los biólogos que estudian organismos. Si bien todos los adultos son distintos, todos han seguido un proceso de desarrollo similar.
El descubrimiento de patrones comunes de desarrollo urbano podría mejorar la elaboración de las políticas. Si la mayoría de las ciudades tienden a crecer de cierta manera, pero los planificadores urbanos no son conscientes de esas tendencias, es difícil saber si la trayectoria de una ciudad está siendo marcada por las políticas y estrategias, o si es simplemente el fruto de la evolución natural. También es difícil determinar si la ciudad funciona mejor o peor de lo que cabría esperar de una ciudad normal.
Una pregunta clave es en qué medida las tendencias industriales están condicionadas por el aumento de la población. Comprender este vínculo ayudaría a los responsables de formular políticas a predecir la expansión que experimentarían ciertos tipos de negocios al compás del crecimiento demográfico de la región.
De Enid a Nueva York
Los investigadores comenzaron por examinar los datos de población y empleo de la Oficina del Censo de los Estados Unidos relativos a 350 ciudades. La muestra incluía pequeñas urbes como Enid, en el estado de Oklahoma. y Carson City en Nevada; medianas como Knoxville, Tennessee y El Paso, Texas; y grandes metrópolis como Nueva York y Los Ángeles.
Youn y sus colegas determinaron cuáles habían sido las industrias más "características" de cada ciudad —es decir, aquellas cuya actividad era superior a la media— de 1998 a 2013. Constataron que las industrias características de las ciudades más pequeñas tendían a pertenecer al sector "primario", que consiste en la producción o extracción de materias primas y exige una gran cantidad de trabajo manual, como sucede con la minería y la agricultura. Por el contrario, en las grandes ciudades había más trabajo en las más complejas industrias "terciarias”, que dependen en mayor medida del trabajo cognitivo, tales como las finanzas y la información.
Si bien esta división era ya bien conocida sobre la base de estudios de casos, los análisis mostraron que la norma trascendía las pruebas anecdóticas. "Es algo sumamente sistemático, casi como lo que observamos en las leyes de la naturaleza", dice Youn. La causa más probable es que, al tener más habitantes, las grandes ciudades ofrecen a los trabajadores más oportunidades de interactuar e intercambiar ideas, lo que crea un terreno fértil para las industrias terciarias.
La transición del trabajo principalmente manual al principalmente cognitivo se produce cuando las ciudades, en promedio, llegan a tener alrededor de 1,2 millones de habitantes. Los resultados parecen indicar que los planificadores no pueden simplemente traer a cien brillantes ingenieros de software a una pequeña ciudad y pretender que la industria tecnológica prospere a largo plazo, dice Youn. Ese tipo de trabajadores medra en las grandes ciudades porque hay otras industrias que les permiten ser más eficientes, tales como los servicios de lavandería, los restaurantes que ofrecen comida para llevar y los grandes sistemas de transporte.
Los encargados de las políticas tienen que tener en cuenta todo el ecosistema urbano "en lugar de centrarse en una sola industria", dice.
¿Una trayectoria predeterminada?
Los investigadores estudiaron también el tamaño de cada industria en relación con el tamaño de la población. Este análisis les dio una idea del crecimiento que experimentan las industrias de una ciudad tipo a medida que aumenta la población.
Observaron, por ejemplo, que, en ciudades que se comportan de manera típica, si la población se duplica, el sector inmobiliario crece más del doble y llega a ser en promedio un 117 por ciento mayor. Otras industrias parecen crecer más lentamente. Por ejemplo, en el mismo supuesto de duplicación de la población, la industria manufacturera llega a ser en promedio solo un 92 por ciento mayor.
Estas cifras proporcionan una línea base de referencia para las expectativas acerca del crecimiento de las industrias de cualquier ciudad media.
Pero, ¿se confirmarían esas tendencias si los investigadores examinaban el crecimiento a lo largo del tiempo de cada ciudad? ¿En qué medida coincidiría la expansión de las industrias con los valores de la línea base?
Si todas las industrias se ajustaban estrechamente a la línea base, eso significaría que el crecimiento urbano es algo sumamente previsible y restringido. Pero si algunas se desviaban dependiendo de la ciudad, querría decir que los responsables de las políticas tendrían más margen de maniobra para influir en su trayectoria.
Para investigarlo, a lo largo de los 16 años que duró el estudio Youn y sus colegas también estudiaron de cerca los cambios del empleo en las industrias de las mismas 350 ciudades conforme crecía la población y determinaron hasta qué punto el crecimiento de cada industria se ajustaba a lo previsto en función de la línea base a medida que aumentaba el número de habitantes.
Sobre la base de ese análisis, el equipo asignó a cada industria un número denominado puntuación de recapitulación. Cuanto más alta la puntuación, mejor la industria reflejaba el ritmo de crecimiento esperado.
Los sectores de la enseñanza, el comercio minorista, la construcción y los servicios públicos registraron altas puntuaciones de recapitulación que oscilaron entre el 0,90 y el 0,79, lo que significa que tendían a seguir una trayectoria previsible. Pero otros, como el de la minería y la agricultura, alcanzaron solo un 0,06 y un 0,28 respectivamente, lo que significa que varían mucho de una ciudad a otra y guardan poca relación con el tamaño de la ciudad. Esto es quizás en parte porque dependen en mayor grado de los recursos naturales y los factores medioambientales de cada lugar.
Las finanzas y la información, a las que pertenecen las firmas tecnológicas, obtuvieron puntuaciones de recapitulación moderadas, de 0,50 y 0,58. Por lo tanto, Youn calcula que estos sectores pueden estar relativamente abiertos a la influencia de las políticas y otros factores idiosincrásicos.
Espacio de maniobra
El análisis apunta a que, efectivamente, las ciudades parecen seguir una andadura universal, y que el desarrollo de sus industrias a lo largo del tiempo tiene un cierto componente de previsibilidad.
"Hay como una especie de trayectoria", dice Youn. "Sin embargo, el sendero no es muy estrecho". Su anchura varía según el sector industrial. Los sectores con puntuaciones de recapitulación elevadas, como la enseñanza y el comercio minorista, no se desvían mucho de la norma. Pero los de puntuaciones bajas, como las finanzas y la información, ofrecen más espacio de maniobra.
¿Cómo cuadra esta constatación con la idea de que las ciudades necesitan superar un cierto umbral de población para establecer fuertes empresas tecnológicas? Youn explica que, si bien estas empresas dependen del crecimiento demográfico en menor grado que otras, una parte importante de su expansión sí depende del número de habitantes de la ciudad.
"El margen de maniobra es limitado", dice. "Siguen estando muy sujetas al crecimiento natural".