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Gordon and Llura Gund Family Professor of Entrepreneurship; Professor of Strategy
Michael Meier
Los trabajadores tecnológicos de Silicon Valley son capaces de cualquier cosa con tal de parecer jóvenes, desde hacerse cirugía plástica y trasplantes de cabello, hasta merodear por los estacionamientos de las empresas tecnológicas que están de moda para ver cómo se visten los jóvenes prometedores, como narraba hace unos años en una crónica la revista New Republic.
La causa de estos aparentes excesos es el claro favoritismo que muchos en el sector tecnológico manifiestan hacia los jóvenes. Muestras de ello son la afirmación de Mark Zuckerberg de que "los jóvenes son sencillamente más listos" y las becas de 100 000 dólares que Peter Thiel, cofundador de PayPal, entrega anualmente a empresarios geniales siempre que tengan menos de 23 años.
"Existe la idea de que a los jóvenes les es más fácil concebir ideas más valiosas", dice Benjamin Jones, profesor de estrategia en la Kellogg School of Management.
¿Pero es correcta esa idea?
"Si nos fijamos en la edad y el momento en que se alcanzan los mayores logros en las ciencias en general, observamos que el punto culminante no tiene lugar en la veintena —dice— sino más bien en la madurez”. Incluso los ganadores del Premio Nobel están alcanzando sus más grandes logros cada vez más tarde en la vida, como comprobó Jones en una investigación anterior. ¿Las startups de Silicon Valley son realmente una excepción?
En un nuevo estudio, Jones, junto con Javier Miranda, de la Oficina del Censo de Estados Unidos, y Pierre Azoulay y J. Daniel Kim, del MIT, utilizaron un amplio conjunto de datos para abordar esa pregunta. Los investigadores constataron que, al contrario de lo que se piensa, los mejores empresarios suelen ser personas de mediana edad. Entre las empresas de nueva tecnología de más rápido crecimiento, el fundador medio resultó tener 45 años en el momento de la fundación. Es más, un empresario de 50 años tiene casi el doble de probabilidades de marcarse un triunfo aplastante que uno de 30.
Estos hallazgos tienen serias implicaciones, no solo para los aspirantes a empresarios, que podrían sobreestimar o subestimar sus probabilidades de éxito en función de su edad, sino para la sociedad en general. Después de todo, si los capitalistas que prestan capital de riesgo se siguen mostrando reacios a apostar por los empresarios de más edad, es posible que muchas empresas de nueva creación que tienen grandes posibilidades de prosperar nunca lleguen a despegar.
"Si no asignamos fondos a las personas más indicadas del mundo empresarial, tal vez estemos perdiendo en lo que se refiere al tipo de avances que más aumentan la prosperidad socioeconómica", dice Jones. "Es una cuestión en la que en realidad hay mucho en juego”.
Empresarios mayores frente a empresarios jóvenes
En teoría, dice Jones, hay muy buenas razones para pensar que los jóvenes son mejores empresarios, especialmente en tecnología.
"Una idea es que los jóvenes tienen mucha más facilidad para generar ideas transformadoras porque no están en deuda con el paradigma del momento", explica Jones. "Cuando uno piensa en Mark Zuckerberg diciendo "muévete rápido y rompe cosas", el mantra de los inicios de Facebook, queda patente el énfasis en la transformación y la disrupción”.
Como nativos de la era digital, los empresarios jóvenes tal vez tengan también un concepto más claro de cómo la tecnología puede satisfacer las exigencias de los consumidores. Además, es menos probable que un veinteañero tenga una hipoteca o una familia que lo distraiga de sus metas profesionales.
“Se pueden entregar en cuerpo y alma, hora tras hora, de un modo que las personas de más edad difícilmente pueden igualar, dadas sus demás responsabilidades”, dice Jones.
Pero la teoría opuesta es igual de convincente: las personas ya maduras han tenido décadas para adquirir la perspicacia comercial, las dotes de mando y la capacidad para resolver problemas que son necesarias para el éxito de una nueva empresa. Y si bien es posible que estén menos al tanto de ciertas tendencias de consumo, y de los hábitos de los jóvenes en particular, es posible que sepan mucho más sobre otras oportunidades de negocio.
"La experiencia proporciona conocimientos profundos de mercados específicos y tecnologías específicas, además de competencias para manejar asuntos", argumenta Jones.
Entonces, ¿cuál es la teoría correcta? "Quería hacer la pregunta desde hace mucho tiempo, pero no tenía los datos", dice Jones.
Si bien los investigadores podían medir el éxito de las nuevas empresas a gran escala, no podían saber quiénes eran sus fundadores. Eso cambió el año pasado, cuando los datos sobre los propietarios de las empresas se pusieron a disposición de los investigadores que trabajan en proyectos internos del Censo.
Los investigadores, combinando datos tomados de declaraciones de impuestos, el Censo de EE. UU. y otros conjuntos de datos federales, lograron compilar una lista de 2,7 millones de fundadores de empresas que habían contratado al menos un empleado entre 2007 y 2014.
Los estudios anteriores sobre el espíritu empresarial habían tenido que basarse en muestras de fundadores relativamente pequeñas. "Pero la ventaja de los datos administrativos es que no son una muestra", dice Jones. "Es el verdadero universo de datos”.
"Cuantos más años de experiencia, mejores son las probabilidades de éxito"
Entre los 2,7 millones de fundadores que componían el conjunto de datos, la edad media en el momento de la fundación era de 41,9 años.
Sin embargo, ese análisis incluía todo tipo de empresas, desde las compañías de tecnología hasta los salones de uñas y los restaurantes. Lo que más interesaba a los investigadores eran los proyectos empresariales de alto crecimiento —de esos que son capaces de transformar la economía— y averiguar si el mito de Silicon Valley era cierto. Así que limitaron su conjunto de datos a las empresas de tecnología y lo redujeron al 0,1 por ciento de empresas de más rápido crecimiento; en otras palabras, las únicas empresas de cada 1000 que más aumentaron sus ventas o el número de empleados en sus primeros cinco años.
Entre este exclusivo subconjunto, la edad media de los fundadores era de 45,0 años. "Esto me sorprendió", dice Jones. "Eran aún mayores de lo que esperaba”.
Para aplicar una medida alternativa de éxito, los investigadores también examinaron las empresas que habían "salido" con éxito del mercado, ya sea mediante su adquisición por parte de otra empresa o a través de una oferta pública inicial de acciones. El fundador medio de ese grupo era incluso mayor, con 46,7 años.
Aunque los resultados indican con claridad que los fundadores de mediana edad predominan entre las empresas de más rápido crecimiento, también es cierto que los cuarentones se muestran más dispuestos a intentar crear nuevas empresas que los veinteañeros.
"Los que más mordiscos dan a la manzana son los de 40 años de edad", dice Jones.
Para verificar sus resultados, los investigadores realizaron otro cálculo con objeto de determinar las probabilidades de éxito de un fundador de empresa. Calcularon lo que ellos llaman "promedios de bateo": las probabilidades de que los fundadores de distintas edades se situaran en el percentil 0,1.
Los datos revelaron que un fundador de 50 años tiene 1,8 veces más probabilidades de crear una empresa de primera línea que uno de 30 y que un fundador de 20 tiene la menor probabilidad de lograrlo.
"Cuantos más años de experiencia, mejores son las probabilidades de éxito", dice Jones.
¿Por qué mejoran los empresarios con la edad?
Los resultados suscitan otra gran pregunta: ¿qué tienen los fundadores de mediana edad que explique su mayor tasa de éxito? ¿Se trata de habilidades de liderazgo más fuertes? ¿Más recursos financieros? ¿Una red más robusta de clientes y proveedores? ¿O algo completamente distinto?
Si bien el estudio no intenta hacer una lista completa de los mecanismos que contribuyen al éxito, sí ofrece una constatación esclarecedora al respecto: los fundadores que crean una empresa en la misma industria donde tienen tres o más años de experiencia tienen el doble de probabilidades de que esa empresa alcance la categoría de una entre mil por su rápido crecimiento.
"Los hechos contradicen firmemente la idea de que es mejor venir de fuera de la industria", dice Jones.
Jones espera explorar esta cuestión más a fondo en futuras investigaciones.
También quiere investigar una incógnita que surge del estudio: si bien las personas mayores construyen empresas más sólidas, los inversores de capital de riesgo invierten desproporcionadamente en empresas fundadas por jóvenes.
Tal vez esto se deba a que los jóvenes suelen tener menos recursos financieros, por lo que estos inversores se dirigen a ellos intencionalmente, sabiendo que es muy probable que obtengan una mayor participación en la empresa. O puede ser una prueba de que se han convencido equivocadamente de que los jóvenes son mejores empresarios.
"Puede ser una decisión racional por parte de los capitalistas de riesgo o que sencillamente estén cometiendo un grave error", dice Jones.
Jones sospecha que el mito del "joven fundador" ha empujado a jóvenes a correr riesgos imprudentes e impedido a personas maduras poner sus ideas en práctica, y espera que el estudio contribuya a acabar con ese mito.
"A nivel individual, es preciso preguntarse: '¿Quiero ser fundador ahora, en este momento de mi vida?’”, dice Jones de las personas que están tratando de decidir si lanzarse por el camino del emprendimiento. "Creo que esta información puede ser muy útil para los que están sopesando esa decisión”.