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Careers jun 10, 2022

Cómo forjarse una carrera gratificante

Consejos prácticos para armonizar los valores con el trabajo.

woman seated at desk looking at laptop

Lisa Röper

Based on insights from

Carter Cast

Los últimos años han hecho mella en el concepto que muchos teníamos de nosotros mismos. La pandemia trajo consigo nuevas prácticas laborales, una nueva forma de pensar en la salud y la seguridad de nuestra familia y, en muchos casos, nuevas prioridades con respecto a lo que queremos de nuestra vida profesional y personal. Todo esto puede hacernos sentir sumamente indecisos y, al mismo tiempo, ávidos de cambio: nos damos cuenta de que queremos algo distinto, pero no sabemos exactamente qué.

Carter Cast, profesor de clases prácticas de emprendimiento en la Kellogg School of Management y autor de The Right-and Wrong-Stuff: How Brilliant Careers are Made and Unmade, describe la desconexión que puede haber entre los valores que profesamos y nuestro comportamiento en la práctica como una "brecha de integridad".

Nos percatamos de estas brechas gradualmente, cuando nos damos cuenta de que son tantas las concesiones que estamos haciendo con respecto a nuestros valores que empezamos a dudar de nuestra propia integridad.

Por ejemplo, el titular de una maestría en Administración de Empresas (MBA) acepta un puesto que lo obliga a hacer numerosos viajes y a asumir una enorme carga de trabajo, pero se promete no perder el contacto con sus buenos amigos y permanecer en el puesto tan solo el tiempo necesario para adquirir las competencias que exige el cargo. Esta persona sabe que los rigores del trabajo pueden poner en peligro sus relaciones y sus aficiones. Pero acepta esta agobiante situación porque sabe que solo será por un tiempo limitado.

Hasta que deja de serlo. El sueldo es bueno y los dos años se convierten en tres, luego en cuatro, luego en cinco. Muy pronto, su vida personal ya no refleja en lo más mínimo los propósitos que se había hecho.

Para evitar que se formen estas brechas de integridad, es preciso reflexionar y recalibrar continuamente, afirma Cast, que aquí nos presenta una serie de herramientas para mantener la sintonía entre nuestros valores y nuestros actos.

Comprometerse a realizar autoevaluaciones periódicas

Conocer nuestros valores —las cosas que nos importan hasta el punto de no estar sujetas a transacción— y nuestras motivaciones —las cosas que nos llenan de energía y satisfacción— es fundamental para tomar mejores decisiones profesionales. Para adquirir ese conocimiento, hay que hacer un poco de introspección.

"Preguntémonos periódicamente —dice Cast— lo que nos motiva y lo que más nos importa en la vida. Si lo hacemos, habrá menos probabilidades de que un día nos percatemos de que nuestro trabajo ya no coincide con nuestros valores”.

Tal vez llevamos demasiado tiempo en un empleo que nos obliga a trabajar todos los fines de semana, o en el que ya no avanzamos ni nos enfrentamos a ningún reto. O quizás solo queremos pasar más tiempo con nuestros seres queridos. Esto puede ser difícil de reconocer, sobre todo para aquellos que quieren llegar muy lejos.

"Durante años, no reflexioné mucho acerca de mí mismo", dice Cast. "Sólo agaché la cabeza y trabajé. Pero cuando cumplí los cuarenta, me percaté de que mi vida personal estaba muy vacía. Me sentía solo. Fue entonces que me di cuenta de que avanzar en mi carrera no era suficiente: necesitaba recalibrar y crear las condiciones necesarias para vivir una vida más rica y equilibrada”.

Con el tiempo, Cast se dio cuenta de la importancia de saber con certitud lo que le daba energía y lo motivaba. Y ese conocimiento lo ayudó a encontrar trabajos que respondieran a esas motivaciones.

"Me pregunté: ¿Cómo podría lograr que me paguen por desempeñar un trabajo que me encante? Esa fue la pregunta que inspiró mi introspección", dice Cast. "Empecé a escuchar mi voz interna y a hacer cambios en mi vida para obedecerla. Me di cuenta de que lo que me apasionaba era enseñar y asesorar a los demás: lo que quería era ser profesor, no alto director de empresa".

Cast recomienda realizar las auditorías en dos etapas. Primero hacer una lista de todas las actividades a las que hayamos dedicado tiempo durante el último mes del calendario. A continuación, hay que clasificar cada actividad según consideremos que es "creadora de energía", "neutra" o " destructora de energía". Cast utiliza etiquetas de colores para ese fin: rojo para las destructoras, amarillo para las neutras y verde para las creadoras de energía.

A final del mes, examinemos la auditoría para detectar tendencias. ¿Algunas de esas actividades nos llenan de energía? Si es así, ¿cómo podríamos crear un entorno laboral en el que pudiéramos dedicarnos más a ellas? Y si hay actividades desmotivadoras, ¿nos las podríamos quitar de encima?

"Cuando tenía 38 años me sentía estancado y eso fue precisamente lo que hice una noche en un Comfort Inn Suites de Colorado", dice Cast. "Es más, examiné todo mi curriculum vitae para refrescarme la memoria y empecé a enumerar todas las actividades que había realizado en distintos trabajos. Terminé con una lista de casi 50 actividades laborales".

Cuando Cast analizó su auditoría, vio que muchas de las tareas que lo motivaban e inspiraban no formaban parte de su empleo actual. Lo tomó como una señal, y un par de meses después ya había abandonado ese trabajo.

"Me di cuenta de que para mí lo importante no era solamente avanzar en mi carrera —dice Cast— sino encontrar un ‘buen trabajo’ que fuera una expresión sincera de mí mismo, un trabajo que me llenara de energía y que fuese provechoso tanto para mí como para las personas con las que interactuase".

Fijar límites

Con los resultados de nuestra auditoría de tiempo y energía podemos empezar a reconfigurar nuestro calendario para dedicarnos más a las actividades que nos llenan de energía y formular claramente nuestros límites.

Por ejemplo, si el empleo nos exige muchas horas de trabajo y eso afecta negativamente a la familia, fijemos unos límites para el trabajo que sea más tolerable. Esto tal vez suponga cenar con la familia cierto número de noches por semana o limitar el número de llamadas nocturnas que estamos dispuestos a atender.

"La mayoría de las brechas de integridad se producen cuando dejamos de lado o nunca establecemos nuestras condiciones innegociables", afirma Cast. "De nosotros depende saber dónde están esos límites. ¿Cuáles son nuestras condiciones innegociables? Hay que pensar en eso antes de lanzarse a un nuevo trabajo".

Todas las decisiones que tomamos sobre cómo emplear nuestro tiempo son el fruto de una transacción. ¿Nos reunimos con ese vendedor que cree tener una solución para nuestra empresa o vamos a ver a nuestra hija jugar en un partido de fútbol? ¿Salimos a la calle a hablar con los clientes o permanecemos en la oficina para concentrarnos en la estrategia sin interrupciones? ¿Tomamos un vuelo nocturno para visitar a un cliente mañana bien temprano o hacemos ejercicio y dormimos bien esta noche?

"No dejemos esas decisiones en manos de otra persona, ni siquiera nuestro jefe", dice Cast. "El hecho de que podamos hacer encajar algo en nuestro calendario no significa que debamos hacerlo".

Crearnos pequeñas pruebas que nos ayuden a navegar hacia el futuro

Uno de los motivos por los que puede ser tan difícil corregir los desajustes entre lo queremos hacer y lo que estamos haciendo es que con frecuencia el nuevo puesto de trabajo deseado exige nuevas competencias, y adquirirlas lleva tiempo.

"No es como si pudiésemos pulsar un botón y al instante estar ya listos para hacer algo distinto", dice Cast. "Tenemos que generar nuevas oportunidades y adquirir las competencias necesarias".

Para salvar esta brecha, Cast recomienda dos actividades prácticas.

Primero, hay que determinar las capacidades que nos faltan. Para ello tenemos que hacer una lista de las que exige el trabajo de nuestros sueños y darnos una calificación con respecto a cada una de ellas para determinar en qué áreas somos fuertes y en cuáles necesitamos más formación y desarrollo.

"En los años 90, yo tenía un destartalado cuaderno profesional —dice Cast— en el que había una sección para cada una de las competencias que necesitaba adquirir para alcanzar el objetivo de convertirme en director de marketing".

Cast creó esa lista —que redujo a seis habilidades y competencias claves— hablando con altos ejecutivos de marketing de su empresa, entre ellos el director de marketing de Frito Lay. A continuación, trazó un plan de acción para adquirir las competencias que le faltaban.

Por ejemplo, en el apartado de "comercialización y ventas a clientes", Cast se calificó a sí mismo con un suspenso. Como parte de su plan de acción, empezó a acompañar a destacados jefes de cuentas en visitas comerciales para aprender los elementos claves de su profesión. Cuando se le presentó la oportunidad, salió a la calle para practicar la comercialización a partir de las oficinas de la división oeste de Frito Lay. El estudio y la experiencia le permitieron colmar esa falta de conocimientos.

"No lo conseguí de la noche a la mañana, pero la estrategia dio buen resultado", dice Cast. "En ocho años, ascendí el escalafón hasta convertirme en director de marketing".

La segunda actividad que Cast recomienda es hacer lo que él llama "pequeñas apuestas".

"El método lean startup para empresas emergentes consiste en crear hipótesis y prototipos y ponerlos a prueba", dice Cast. "Se aprende y luego se itera una y otra vez hasta que se acierta".

Cast recomienda aplicar un enfoque similar al desarrollo de nuestra carrera. Él creó y probó varias hipótesis para determinar su futuro profesional.

"Me pregunté lo que me gustaría estar haciendo dentro de cinco años. Se me ocurrieron tres o cuatro ideas. Entonces diseñé pequeñas pruebas para ver si me encajaba bien el zapato, para determinar si esas trayectorias profesionales resonaban conmigo", dice Cast.

Por ejemplo, si pensamos que algún día nos gustaría ser profesor, la "pequeña apuesta" consistiría en dar una conferencia por invitación en una clase. Si eso sale bien, podemos impartir una clase juntamente con un profesor experimentado. Eso nos dará una idea más clara de las dificultades del trabajo. ¿Que después de eso nos sigue entusiasmando la enseñanza? Podemos entonces hablar con un decano para averiguar si hay alguna función más permanente que podamos desempeñar en la universidad.

"Rara vez he conocido a alguien que supiera lo que quería hacer dentro de cinco años y luego lo hiciera sin más. Más bien lo que hacemos es aprender y adaptarnos. Yo nunca sospeché que iba a terminar siendo capitalista de riesgo y profesor. Pensaba que aceptaría otro puesto de director de empresa. Pero mantuve la mente abierta, nunca perdí la curiosidad, y seguí adaptando y probando ideas dondequiera y comoquiera que se me presentaba la oportunidad, lo que me encauzó por un camino muy distinto".

Featured Faculty

Michael S. and Mary Sue Shannon Clinical Endowed Professor; Clinical Professor of Strategy

About the Writer

Susan Margolin is a writer based in Boston.

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