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Michael S. and Mary Sue Shannon Clinical Endowed Professor; Clinical Professor of Strategy
Lisa Röper
¿Cuándo fue la última vez que se interesó por el bienestar de su equipo?
Si algunos le respondieron que sienten ansiedad y estrés, no crea que son la excepción. El estrés entre los trabajadores adultos está batiendo todos los récords. Los directivos tampoco son inmunes: en 2020, el 80% declaró tener problemas de salud mental y el 38% reconoció que para aliviar los síntomas había recurrido a la droga o al alcohol.
Independientemente de que las preocupaciones de los miembros de su equipo sean de índole laboral o vital, o ambas cosas a la vez, hay medidas que se pueden tomar para ayudarlos a controlar sus reacciones emocionales negativas ante las dificultades. Y esto es importante, porque cuando logramos gestionar correctamente el estrés se nos hace más fácil concentrarnos en nuestras metas profesionales y personales.
En un reciente seminario web de El líder perspicaz en directo, Carter Cast, profesor de clases prácticas de Estrategia, presentó una serie de recursos para ayudar a los directivos y sus equipos a controlar lo que a menudo les parece incontrolable. "Es posible enseñar al cerebro a gestionar mejor el estrés y la ansiedad", afirma Cast.
Quizá más aún que los plazos urgentes de finalización y las reuniones donde hay grandes intereses en juego, una de las mayores fuentes de estrés laboral son las tareas secundarias, afirma Cast.
Los directivos y sus equipos no dan abasto con todos los correos electrónicos que tienen que contestar y las reuniones a las que tienen que asistir, hasta el punto de no tener tiempo para mucho más. En lugar de añadir a la confusión, determinemos cuál es la mayor aportación que nosotros y nuestro equipo podemos hacer al trabajo y eliminemos todas las tareas que no estén en línea con ese gran objetivo.
"Eliminemos el trabajo superfluo que nos causa inquietud y nos impide concentrarnos en lo esencial", afirma.
Además de librar a sus equipos de todas las tareas que no sean imprescindibles, los directivos deben darles más libertad para estructurar su tiempo. Esto los sacará de lo que Cast denomina el “modo reactivo", que los conduce a amoldar sus prioridades a las necesidades de los demás.
A Cast le gusta recordar a sus colegas: "Si no estableces prioridades en tu vida, otro lo hará por ti, y puede que no te guste el resultado". Y, por supuesto, lo mismo se les puede decir a los directivos: si no ayudan a sus propios equipos a priorizar sus calendarios, habrá otro que lo hará.
Por ejemplo, Cast aconseja que los equipos intenten organizar su horario en segmentos discretos destinados a la correspondencia, la reflexión estratégica y las reuniones. De este modo, no se verán inmersos en un ciclo de interrupciones continuas.
La clave para cumplir ese tipo de horario es ser realista.
"Es preciso estructurar el día en bloques y darse un margen de tiempo entre ellos", dice Cast. "Si se calcula que una reunión va a durar una hora, reservarle 90 minutos".
Y cuando los planes cambian, lo que es inevitable, hay que volver a ordenar las prioridades como corresponda.
Los directivos influyen en la cultura del entorno laboral en muchos sentidos. Por ello, según Cast, es importante que creen un espacio en el que la gente se sienta cómoda expresando sus sentimientos, en particular los de estrés y frustración. De lo contrario se crea un ambiente en el que las emociones se disparan y desbordan de manera descontrolada.
Seamos los primeros en poner al descubierto nuestros sentimientos para mostrar que nada tiene de malo ser vulnerable.
"Diseñemos una cultura en la que esté menos estigmatizado hablar de salud mental", dice Cast.
Si estamos consultando a un terapeuta por motivos de salud mental y no nos sentimos incómodos mencionándolo, contemplemos la posibilidad de darlo a conocer. Ser los primeros en mostrar nuestras vulnerabilidades puede ser el aliciente que otra persona necesita para expresarse sin reservas.
También hay otras formas de fomentar hábitos sanos, como no dar el mal ejemplo ni recompensar a nadie por trabajar demasiadas horas por semana ni por pasar la noche en vela trabajando. Los adultos que duermen un mínimo de siete horas por noche registran índices más bajos de estrés. Y, según la experiencia de Cast, es imposible trabajar con eficacia más de 55 horas por semana durante un periodo de tiempo prolongado.
Para reducir el estrés y la ansiedad, Cast también recomienda una estrategia que utilizan los terapeutas cognitivo-conductuales que consiste en reexaminar (e, idealmente, modificar) nuestra manera de reaccionar ante determinados pensamientos y situaciones.
He aquí cómo ponerla en práctica: Describa un pensamiento recurrente que lo haga sentir estresado, preferiblemente utilizando las palabras "debería" o "no debería". Por ejemplo, si su última presentación fue un rotundo fracaso, podría escribir: "Los directivos de mi organización deberían haber acogido mejor mi propuesta de expansión hacia nuevos mercados". A continuación, explique en varias frases el porqué de esa opinión.
Entonces adopte la perspectiva contraria. En este caso, diga: "Los directivos de mi empresa no deberían haber acogido mejor mi propuesta de expansión hacia nuevos mercados", y explique por qué. Por ejemplo, puede que no los hubiéramos preparado para aceptar la idea con la antelación suficiente, o que el momento no hubiese sido el más oportuno porque estaban distraídos pensando en los informes de resultados a punto de publicarse al día siguiente.
Obligarnos a ver una realidad alternativa nos puede ayudar a frenar la espiral de pensamientos negativos e incluso a concebir un plan de acción productivo a modo de respuesta.
"Tal vez nos permita ver las cosas desde una perspectiva distinta y nos haga sentir más capaces de decidir cómo seguir adelante", afirma Cast.
Melody Bomgardner is a freelance writer working in Bend, Oregon.