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John L. & Helen Kellogg Professor of Finance
Assistant Professor of Finance
Riley Mann
He aquí la pregunta que todos se hacen actualmente: ¿La inteligencia artificial me quitará el trabajo?
El efecto de la última generación de herramientas de IA en el mercado laboral todavía necesita tiempo para manifestarse. Pero una nueva investigación de Bryan Seegmiller y Dimitris Papanikolaou, de la Kellogg School of Management, explica cómo podría desarrollarse. Los investigadores, junto con sus colegas, midieron la exposición de los trabajadores a la IA y su impacto en el empleo en una amplia gama de sectores.
Según sus conclusiones, el efecto de la IA en el mercado laboral en la última década no ha sido tan directo —ni tan nefasto— como podría haberse supuesto inicialmente.
Por un lado, cuanto más expuesto estaba un empleo a la IA, más probable era que disminuyera la demanda para cubrirlo. Pero, por otro, los trabajadores en ocupaciones con gran exposición a la IA eran capaces de realizar ajustes: dirigían su atención a otras tareas menos expuestas y rendían más en ellas. Y si su empresa utilizaba intensivamente la IA, a menudo registraba un aumento de productividad y ampliaba su plantilla, lo cual producía un efecto similar al del dicho: "la marea alta levanta todos los barcos".
Por ejemplo, dado que estos efectos opuestos se equilibraban entre sí en puestos altamente remunerados, el cambio de la demanda para cubrirlos era prácticamente nulo, a pesar de ser los más directamente expuestos a la IA.
"Hay fuerzas compensatorias [con la IA], algunas a tu favor y otras en tu contra", dice Seegmiller, profesor adjunto de Finanzas.
Los resultados sugieren que, para sobrevivir al auge de la IA, los trabajadores tendrán que trasladar sus responsabilidades hacia tareas que complementen el creciente papel de la IA en su ocupación. Podrían plantearse, por ejemplo, dedicar una parte mayor del tiempo a la reflexión estratégica, la comunicación y la colaboración.
A medida que prosigue el avance de la IA, es importante ser flexibles "para mitigar sus efectos negativos", afirma Seegmiller.
En investigaciones anteriores, Seegmiller y sus colegas estudiaron el efecto de los avances tecnológicos de finales del siglo XX en los puestos de trabajo. Observaron que las ocupaciones que pagaban salarios de nivel medio se vieron profundamente afectadas, ya que los robots, el software y la tecnología de la información trastocaron varios sectores y redujeron la demanda de trabajadores para esos puestos.
Si bien no todos perdieron su empleo, algunos tuvieron dificultades para adaptarse a las nuevas exigencias de su puesto de trabajo, como la necesidad de aprender a usar programas informáticos desconocidos para ellos. "Este tipo de reasignación puede ser muy penosa", afirma Seegmiller.
Seegmiller y Papanikolaou, profesor de Finanzas en la Kellogg, trabajaron con Menaka Hampole, doctora por Kellogg y actualmente en la Universidad de Yale, y Lawrence D.W. Schmidt, del MIT, para investigar si se han producido o podrían producirse trastornos similares con el advenimiento de la IA.
La IA es "el próximo gran fenómeno que configurará el mercado laboral en las próximas dos décadas", afirma Seegmiller.
Para abordar la cuestión, el equipo analizó unos 58 millones de perfiles de LinkedIn recopilados por el proveedor de bases de datos Revelio Labs, centrándose en los puestos de trabajo ocupados en Estados Unidos entre 2014 y 2023. A partir de la información en los currículos, pudieron determinar cómo las empresas usaban la IA para desempeñar ciertas funciones. Por ejemplo, en la descripción del puesto de un empleado de J.P. Morgan se mencionaba el uso de software de IA para prever riesgos y fraudes en negocios crediticios.
A continuación, los investigadores compararon las tareas que realizaba la IA con todas las descritas en la O*NET, una base de datos que proporciona información exhaustiva sobre funciones laborales y las competencias que se necesitan para desempeñarlas. Si la descripción de una función de IA era similar a una tarea típicamente realizada por una persona, entonces esa tarea se consideraba "expuesta" a la IA, es decir: la IA probablemente reemplazaría a un ser humano en esa tarea.
El equipo descubrió que la exposición a la IA tendía a ser mayor entre los empleos mejor pagados y de cuello blanco, alcanzando un máximo en el percentil noventa de ingresos.
Entre las profesiones más expuestas se encontraban los especialistas financieros, los técnicos en ciencias biológicas, los ingenieros químicos y los analistas de crédito. En cambio, los trabajos manuales, como los de camarero, limpiador y cocinero, eran los menos expuestos.
Intuitivamente, se podría pensar que los empleos con mayor exposición a la IA serían los más propensos a ser desplazados. Pero el modelo de los investigadores demostró que la dinámica entre la IA y el empleo es mucho más matizada.
Algunos trabajos abarcan una amplia gama de tareas que tienen diferentes niveles de exposición a la IA, o alta "varianza". Tener un alto nivel de varianza —lo que significa que el trabajo implica tanto tareas con alta exposición a la IA como tareas con baja exposición a la IA— reducía el riesgo de desplazamiento, ya que los trabajadores disponían de suficiente margen de maniobra para ajustar sus funciones. Por ejemplo, si la IA sustituía una de sus tareas rutinarias, podían dedicar más tiempo a elaborar estrategias o a establecer relaciones comerciales importantes.
Seegmiller experimentó este cambio en primera persona cuando recientemente utilizó la IA para codificar un modelo económico, una tarea que normalmente le hubiera llevado varias horas sin la ayuda de la IA. Pero no permaneció inactivo; su trabajo de alta varianza como profesor le brindaba numerosas opciones para realizar otras tareas en su lugar, tales como escribir artículos y pensar en cómo explicar su investigación de forma eficaz. La posibilidad de "centrarme en tareas en las que ahora soy más productivo, porque no tengo que dedicar tiempo a otras cosas, de hecho me beneficia", afirma.
Además, el grado en que una empresa adopta la IA también afecta al empleo. Una vez más, el equipo recurrió a los datos de LinkedIn para medir la adopción de IA analizando la frecuencia con la que los empleados de cada empresa mencionaban su uso. Descubrieron que las empresas que hacían un uso más intensivo de la IA y la integraban más a menudo en sus puestos de trabajo experimentaban un aumento de la productividad general, lo que les permitía ampliar su plantilla.
Cuando los investigadores tomaron en cuenta todos estos factores, descubrieron que el efecto neto de la IA sobre el empleo era casi nulo, sobre todo en los puestos mejor remunerados.
Pese a que algunas de las tareas de estos trabajadores habían sido asumidas por la IA, muchas de esas ocupaciones eran de alta varianza, por lo que los trabajadores podían reencauzar fácilmente su enfoque hacia otras. Además, tenían más probabilidades de trabajar en empresas que utilizaban la IA con suficiente frecuencia como para aumentar la productividad global y el crecimiento del empleo. De hecho, en el caso de los empleos situados en la parte superior de la escala de ingresos, la "cuota de empleo" —es decir, la fracción de todos los puestos de trabajo ocupados en ese momento— experimentó un ligero aumento.
El efecto de la IA, "por tanto, a la larga, no depende solo de si algunas de tus tareas se automatizan", afirma Seegmiller. "Depende de la suma de estas fuerzas".
Aun así, el efecto neto sobre la cuota de empleo fue negativo en el caso de determinados empleos bien remunerados, como los de los sectores empresarial, financiero y de ingeniería. Por ejemplo, la cuota de empleo de las profesiones empresariales y financieras disminuyó un 1,9% en cinco años. En arquitectura e ingeniería se produjo un descenso del 2,6%.
El equipo también observó descensos en la cuota de empleo en algunos trabajos manuales menos remunerados. Por ejemplo, en las ocupaciones relacionadas con la preparación y el servicio de alimentos, la mayoría de las empresas no solían utilizar IA. Pero, si bien la IA no reemplazó a sus trabajadores, estas empresas no experimentaron un crecimiento impulsado por la IA. En conjunto, esto se tradujo en un descenso del 2% en la cuota de empleo de este campo.
En conjunto, la IA fue una importante fuerza impulsora de los cambios en el mercado laboral. Cuando el equipo examinó el crecimiento del empleo en todas las ocupaciones durante el periodo de estudio, los factores relacionados con la IA explicaron alrededor del 14% de los cambios.
Si los últimos avances en los grandes modelos del lenguaje, como ChatGPT, sirven como indicio, el papel de la IA en la sociedad seguirá creciendo. ¿Qué significa esto para el futuro de los trabajadores?
Los trabajos que consisten en examinar grandes cantidades de texto, como las profesiones jurídicas, podrían registrar una mayor automatización de sus tareas, afirma Seegmiller. Y los ingenieros de software podrían dejar la escritura de código en manos de la IA. El resultado para este tipo de empleos dependerá en última instancia de la flexibilidad de los trabajadores y de cómo decidan sus empresas utilizar la IA. Por ejemplo, los ingenieros podrían adaptarse dedicándose a la reflexión estratégica de alto nivel.
A medida que los trabajadores se preparan para los cambios impulsados por la IA, tal vez quieran replantearse la forma de ver su trabajo. Según Seegmiller, convendría pensar en cómo trabajar “en colaboración con la IA, en lugar de competir con ella”.
Roberta Kwok is a freelance science writer in Kirkland, Washington.
Hampole, Menaka, Dimitris Papanikolaou, Lawrence D.W. Schmidt, and Bryan Seegmiller. 2025. “Artificial Intelligence and the Labor Market.” Working paper.