Social Impact jun 9, 2020
Algunas empresas sí que sacan beneficios financieros de sus inversiones sociales. He aquí lo que tienen en común.
Un nuevo estudio indica que las inversiones ASG, cuando van acompañadas de un alto nivel de satisfacción de los empleados, aumentan el valor de las acciones.
Michael Meier
Hay cada vez más empresas que invierten capital en programas destinados a cumplir con un objetivo social, y están muy interesadas en proclamarlo a los cuatro vientos.
Wells Fargo alardea de su compromiso de aportar mil millones de dólares para combatir la crisis de asequibilidad de la vivienda en EE. UU.; Ford Motor Company está invirtiendo once mil millones de dólares para lanzar dieciséis vehículos totalmente eléctricos en 2022; Pfizer está sensibilizando a los estudiantes sobre la prevención de la resistencia a los antimicrobianos.
De hecho, según un informe publicado en 2019 por Deloitte conjuntamente con Forbes Insights, dos tercios de los directores de empresas mundiales encuestados contestaron que sus presupuestos para invertir en ese tipo de "programas con un propósito" habían aumentado a lo largo de los dos últimos años.
Para una empresa que cotiza en bolsa, hacer el bien es algo que no siempre se ha visto con buenos ojos. Desde hace tiempo los economistas debaten si es ético que las empresas dediquen sus recursos a causas sociales, cuando hacerlo pudiera poner en riesgo el valor de sus acciones. En 1962, el economista Milton Friedman escribió: "Las empresas tienen una sola y única responsabilidad social: utilizar sus recursos y participar en actividades destinadas a aumentar sus beneficios".
Los directores de empresas están cada vez más deseosos de dejar constancia de que no están de acuerdo con la opinión de Friedman, y muchos han prometido tomar más en cuenta el impacto que tienen en la sociedad. Pero sigue reinando un escepticismo generalizado sobre si deberían hacerlo y de qué manera.
Una nueva investigación podría poner fin al prolongado punto muerto, ya que pone en duda una suposición que muchos dan por firme en ambos bandos: que las inversiones realizadas con criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) entrañan necesariamente un costo para los accionistas.
Aaron Yoon, profesor adjunto de Contabilidad y Gestión de la Información en la Kellogg School of Management, y Kyle Welch, profesor adjunto de Contaduría en la Universidad George Washington, han hallado pruebas de que, después de todo, las inversiones ASG pueden aumentar el valor para los accionistas… cuando hay empleados satisfechos.
Valoración de las acciones ASG
Primero los investigadores dieron una puntuación a las empresas que cotizan en bolsa en función de sus prácticas de inversión ASG, así como de los niveles de satisfacción de sus empleados.
Para las puntuaciones ASG, Yoon y Welch recurrieron a los datos de la Clasificación ASG de MSCI (MSCI ESG Ratings), que se basan en informes anuales, presentaciones a inversores, informes de auditoría, bases de datos de ONG y otras fuentes para asignar a las empresas puntuaciones basadas en sus prácticas ASG.
Los investigadores obtuvieron datos de propiedad exclusiva acerca de la satisfacción de los empleados de las empresas en Glassdoor.com, un sitio web en el que las personas pueden compartir de forma anónima su opinión acerca de sus empleos actuales y anteriores.
Primero crearon una cartera de empresas que se habían clasificado en el cuartil superior por sus prácticas ASG y los niveles de satisfacción de sus empleados. Los investigadores compararon el rendimiento de esta cartera entre 2012 y 2019 con el de varias otras carteras utilizando como señales los criterios ASG y la satisfacción de los empleados.
Impacto financiero de la satisfacción de los empleados
Coincidiendo con lo observado en estudios anteriores, no hubo ninguna diferencia de rendimiento en total entre las carteras compuestas por empresas que habían recibido las puntuaciones más altas y las que habían recibido las puntuaciones más bajas en materia de ASG, lo que indica que la inversión ASG por si sola no genera ningún valor financiero.
Sin embargo, la historia resulta mucho más interesante cuando se toma en cuenta la satisfacción de los empleados.
Yoon y Welch constataron que la cartera de acciones de las empresas con las más altas calificaciones tanto en prácticas ASG como en satisfacción de los empleados generaba un alfa del 4,40 por ciento al año, lo que superaba a la cartera con las calificaciones más bajas en ambas categorías (que generaba un alfa de un -1,21 por ciento) en un 5,61 por ciento al año. Dicha cartera también presentaba un crecimiento más fuerte, tanto en ventas como en rendimiento del capital, que la cartera de peor desempeño.
La cartera de empresas que habían obtenido altas calificaciones solo en satisfacción de los empleados superaba a la cartera de empresas con bajo nivel de satisfacción en alrededor de un 2,43 por ciento anual. Pero la cartera de empresas con altas calificaciones tanto de ASG como de satisfacción de los empleados superó a las empresas que solo tenían altos niveles de satisfacción de los empleados en un 1,6 por ciento al año.
"Cuando las inversiones ASG van acompañadas de la satisfacción de los empleados, dan buenos resultados, resultados que va más allá del efecto que tiene por sí sola la satisfacción de los empleados", dice Yoon. "La satisfacción de los empleados es una condición indispensable para que las ASG generen valor”.
Yoon además señala que la mayor parte del efecto en el rendimiento de las acciones se deriva de la puntuación del componente social dentro de la puntuación ASG de la empresa, y no de la puntuación del componente ambiental o de gobernanza. El componente social suele abarcar inversiones que afectan directamente a los empleados, tales como inversiones en gestión de personal y en salud y seguridad.
Esto parece indicar que hay una "sinergia entre la inversión ASG y la satisfacción de los empleados", dice Yoon. "En mi opinión, es muy probable que la ASG motive a los empleados y que los haga más productivos. Y tiene mucho sentido: se necesitan empleados diligentes que se identifiquen con la visión de futuro de la empresa para crecer".
Encontrar las iniciativas ASG que mejor encajan
Yoon señala que estos hallazgos tienen varias implicaciones directas. Para los directores de empresas, son la prueba de que las empresas pueden cosechar beneficios financieros cuando invierten en programas ASG cuyos frutos, a primera vista, quizás no prometan contribuir a su rentabilidad. "Para aumentar el valor de una empresa, los empleados y su satisfacción son de importancia crucial", señala Yoon.
Pero entonces, ¿qué tipo de iniciativas de responsabilidad social deberían las empresas contemplar?
"En nuestro estudio, no hemos podido determinar con seguridad si las inversiones ASG producen satisfacción en los empleados", dice Yoon. "Creo que habría que dirigir esa pregunta a las propias empresas: "¿Qué tipo de inversiones ASG son las que más satisfacen a sus empleados?"
Las conclusiones son también útiles para las empresas de inversión que desean generar valor aplicando estrategias de inversión responsable.
En marzo, Yoon publicó una investigación en la que señalaba que buena parte de los centenares de gestores de activos que suscribieron los Principios de las Naciones Unidas para la Inversión Responsable no habían tomado las medidas necesarias para cumplirlos mediante un cambio en sus estrategias de inversión. Su nuevo estudio muestra los pasos que hay que dar, similares a los del propio Yoon, para crear carteras de empresas tomando en cuenta no solamente sus inversiones ASG, sino su capacidad de lograr un rendimiento financiero superior.
"El presente estudio es básicamente una continuación del anterior", dice Yoon. "Muestra otra manera de aprovechar los esfuerzos que hacen las empresas en pro de la sostenibilidad y es coherente con mi primer trabajo sobre inversiones ASG que aportan valor financiero a los accionistas".